En esta obra, el escritor argentino divide a su ser en dos. Hace referencia a Borges persona: “Yo camino por Buenos Aires” y a Borges escritor: “…de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico.” Realiza un paralelo tomando como punto de partida las dos ideas mencionadas anteriormente.
Se pueden señalar en este relato signos de doble personalidad, como por ejemplo en el final, cuando expresa: “No sé cuál de los dos escribe esta página.”. Podemos decir que no se sabe si el autor del texto es Borges persona o Borges escritor, debido a que el objetivo es justamente generar una gran duda con respecto a donde terminan los límites del hombre y cuando comienzan los del poeta.
Es posible distinguir a un Borges débil y humano: “…yo estoy destinado a perderme, definitivamente.”, “Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII…” y a un Borges sumergido completamente en su profesión en el mundo de la literatura: “…yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar… ”.
El relato es una gran reflexión sobre una vida en la cual es muy difícil convivir con uno mismo. El autor menciona que sería exagerado decir que la convivencia con él mismo es hostil; pero tampoco lo niega.

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